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Los Pueblos Indígenas y Elinor Ostrom, Nobel de Economía 2009

17 noviembre 2009

La distinción de la Academia Sueca a Elinor Ostrom como Premio Nobel de Economía 2009 por sus aportes a la gobernanza económica, en especial, de los recursos compartidos, es también un reconocimiento a los pueblos indígenas del mundo.

Los aportes de la politóloga estadounidense Ostrom se basan en haber señalado que no existe tragedia –como lo sostenía Hardin- en la gestión de bienes y recursos comunales si no que, en la mayoría de casos, es la más efectiva y la única posible. Ostrom también propone mecanismos para mejorar su eficiencia y productividad.

Las comunidades campesinas y comunidades nativas, entonces, no estaban equivocadas en las formas y procedimientos que emplean desde hace cientos de años para establecer una óptima convivencia con el entorno destinado también a preservar los recursos naturales, sean bosques, pastizales, tierras, fuentes de agua, fauna, flora, es decir, naturaleza y biodiversidad.

Los trágicos

Para entender la propuesta sobre los bienes comunales, y el sustento por el cual la Academia eligió a la politóloga Elinor Ostrom, es necesario conocer el planteamiento de quienes vieron este tema como un drama.

La tragedia de la libertad sobre los recursos comunes fue propuesta por Garrett Hardin a mediados de los sesenta, al cuestionar la falta de valores, autocontrol y responsabilidad de una colectividad sobre los bienes de todos, que ocasionan la sobreexplotación o su extinción.

“Cada hombre está encerrado en un sistema que lo impulsa a incrementar su ganado [deseos de mejoría] ilimitadamente, en un mundo limitado. La ruina es el destino hacia el cual corren todos los hombres, cada uno buscando su mejor provecho en un mundo que cree en la libertad de los recursos comunes. La libertad de los recursos comunes resulta la ruina para todos”.

Las soluciones, por lo general, son dos: ejercer control sobre el bien mediante la legislación, o asignar derechos de propiedad.

“¿Qué debemos hacer? Tenemos varias opciones. Podemos venderlos como propiedad privada. Podemos mantenerlos como propiedad pública, pero asignando adecuadamente quien ha de entrar”, escribió Hardin.

Estas medidas presuponen que una propiedad privada promueve el interés del propietario sobre el futuro de su bien, una mayor inversión con miras a la rentabilidad y, globalización y mercado de por medio, la obtención de ganancias.

¿No es una tragedia que un bien “de todos” sea también “de nadie” y por tanto se carezca de responsabilidad individual sobre el futuro del recurso?, se preguntan los estudiosos que cuestionan que un bosque o las tierras queden a cargo de una colectividad.

¿No es mejor eliminar la propiedad comunal para dar paso a una “moderna” propiedad individual, más responsable con el futuro e incluso, más rentable?, piensan quienes promueven la inversión privada sobre los recursos naturales y en territorios comunales.

Evidentemente, esta visión mercantil y liberal de las cosas, es también discriminatoria por cuanto las personas, especialmente las que conviven en estrecha relación con los recursos, al parecer, no tienen capacidad de organizarse para gestionarlas, para “sacarles provecho” y, por si fuera poco, son amorales y caóticos.

García y su ideología del perro del hortelano se baten en retirada

Mientras que para la mayoría de economistas, políticos y gobernantes de vientre neoliberal, léase Alan García, Hernando de Soto, Mario Vargas Llosa, etc., la propiedad comunal es un lastre para los estados modernos porque dependen de las inversiones que haga el Estado para promover su desarrollo, aparece el aporte de Elinor Ostrom con una visión más serena, realista y sin tragedias de ningún tipo que sostiene la defensa de la gestión comunal sobre los recursos.

Ahí donde Alan García sostiene que las comunidades campesinas y amazónicas, en fin, los perros del hortelano, carecen de iniciativa, de recursos económicos, de capacidad para gestionar adecuadamente los bienes y recursos naturales y encima de ello, se oponen a la inversión privada, el análisis de Elinor Ostrom profundiza en los comportamientos y compromisos sociales que conlleva la gestión de los recursos como alternativa a la privatización o el estatismo.

De su análisis sobre la tragedia de los bienes comunales, Ostrom lanza varias conclusiones y propuestas:

1. Hay comunidades, no solo campesinas, nativas, distritales o provinciales, sino colectivos como el internet, que gestionan adecuadamente recursos comunales, por tanto la teoría de la “tragedia”, basada en extremos supuestos, no es válida en todos los casos.

2. Los individuos se comunican continuamente e interactúan entre sí en un entorno físico determinado, con códigos de confianza, respeto y responsabilidad, individual y colectiva, para obtener beneficios y superar las adversidades. Esto significa que el pretendido caos sobre la gestión comunal no es cierta.

3. Pretender intervenir desde fuera (con leyes, con nuevas instancias de regulación), para arreglar una situación-problema en la gestión comunal, como lo viene haciendo el gobierno peruano con una serie de decretos legislativos que vulneran los derechos territoriales y de consulta de las comunidades amazónicas, que incluye la repartija del territorio en concesiones mineras e hidrocarburíferas, generalmente ocasiona el efecto contrario: el remedio puede ser peor que la enfermedad. Esas leyes carecen de los aportes de las poblaciones locales, y con frecuencia, son propuestas traídas de otras realidades.

4. Pretender privatizar una gestión comunal (como lo viene haciendo en las zonas rurales el Organismo de Formalización de la Propiedad Informal – Cofopri- entidad eminentemente dedicada a la titulación de predios urbanos, tras la desintegración del Proyecto Especial de Titulación de Tierras –PETT), también puede resultar contraproducente: la degradación del ecosistema y el desmembramiento de las comunidades campesinas y amazónicas en pequeñas parcelas individuales, tiene como consecuencia inmediata la desaparición del ecosistema, sostenida por el interés común sobre ella, así como de las formas colectivas de trabajo, como la minga, el ayni).

5. La población puede dar solución por sí misma los problemas que se derivan de una gestión comunal, sin la ayuda ni intervención del Estado y que además, existen muchas soluciones a la hora de enfrentarse a muchos problemas diferentes. Las llamadas “soluciones institucionales óptimas” y la intervención de una autoridad externa no son las vías más rápidas ni las más correcta.

6. Lograr la institución adecuada es un proceso de múltiples factores que requiere de mucha organización, compromiso, y reglas.

Gobernanza de los bienes comunes

“La complejidad de los recursos a niveles locales, regionales y nacionales requieren de sistemas complejos de gobernanza que involucren la contribución ciudadana de distintas formas” (Elinor Ostrom).

Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) la gobernanza es el arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía.

La gobernanza es la forma en que interactúan los actores institucionales públicos, privados, y no gubernamentales, para mejorar la calidad de vida y contribuir al desarrollo del entorno.

Ostrom sostiene que los recursos y bienes en manos comunales han sido administrados satisfactoriamente gracias a los diversos mecanismos institucionales que han impedido la destrucción de muchos ecosistemas.

La gobernanza sobre los recursos y bienes, entonces, resulta siendo una de las mejores vías para la buena administración de las mismas.

“En síntesis, Ostrom afirma que el vínculo social que conlleva la gestión de los bienes comunes es incompatible con la lógica de la valorización capitalista y del intervencionismo estatal exacerbado. Ni la economía de mercado ni la acción pública deben ampliarse para incluir aquellos ámbitos donde los modos de utilización social de los recursos pueden desarrollarse por sí mismos. Si eso sucediera las propias estructuras sociales se verían perjudicadas”. (Juan Manuel Villasuso)

Publicado originalmente en Servindi.